Pleno 2019... una mañana cualquiera del pasado mes de Abril.
Mar en estado de gracia, que con su rompiente continua, genera unos espumeros que invitan a soñar con la posibilidad de engañar algún buen roballo.
¿Quién sabe?... Quizás los astros se alineen hoy...
En previsión de la situación y viendo in situ, que las predicciones son bastante acertadas, es hora de entonar y desentumecer el equipo pesado.
Echo un ojo a lo que llevo en la caja y respiro aliviado al ver que entre otros señuelos, ahí están, en el fondo, esperando a recibir su merecida ración de baño salado.
¿Chivos y "gominolas" pesadas? ¿Por qué no? El uso de uno no excluye al otro...
Quizás intentar explicar el porqué aún en pleno siglo XXI, con un inabarcable mercado que ofrece de todo a estas alturas, sigo recurriendo a estos arcaicos cachivaches, esté directamente relacionado con el romanticismo que me suscita recurrir a su uso. Quizás no haya ya otra explicación.
Señuelos que probablemente estén superados en todos o casi todos los apartados técnicos por señuelos de últimas generaciones y ya desde hace mucho tiempo... con libreas espectaculares, buen agarre al agua en situaciones de mar dura, lances estratosféricos, atractivos movimientos... y miren ustedes por donde, este humilde pescador sigue confiando en esas cosas aparentemente feas, toscas y torpes.
Y es tal el grado de felicidad y satisfacción que experimenta al usarlos, que sigue recurriendo a ellos en cuanto la mar se presta a ello.
Como si se estableciera una unión, un nexo con las generaciones anteriores, que con ingenio propio, tesón y tradición, desarollaron y recurrieron a tal señuelo en busca de esos roballos que cada día escasean más y más en nuestro maltratadísimo Cantábrico... No intenten comprenderlo, pues seguramente la lógica es inexistente. Máxime, teniendo en cuenta la coyuntura actual y es que todos sabemos que a día de hoy, los peces son escasos y cada día hay que hilar mas fino para poder engañar a nuestra querida Reina.
Y no acaba ahí
la cosa, no...
Junto a estos artesanales señuelos, de tradicional uso en Galicia y
Asturias fundamentalmente, existe una interesante variante asturiana.
Se trata del mismo concepto, pero con variaciones.
Es el artilugio astur, del occidente, el que sustituye las crines de caballo o chivo,
por plumas de gallo, pasando a denominarse "pluma" y que representa tambien ciertas diferencias en cuanto al cuerpo del señuelo en sí. Todo ello da como resultado, un señuelo con características propias y con una acción diferente a la que ofrece el chivo.
Desgraciadamente, la producción y uso de las plumas están a día de hoy olvidados y condenados a la desaparicion total y absoluta... o casi.
Solo algún
artesano del occidente asturiano sigue aún empeñado en que las plumas
no caigan en el olvido y pasen a formar parte de las memorias del
pasado.
Tal vez esta sea una de las razones de peso para que el que escribe, se
empeñe en darles uso y que se fije como objetivo de forma convencida y firme, el
aprendizaje de su producción y el llevarla a cabo.
Y es que de nosotros depende el perder o no nuestras raíces y el hacer frente a una globalización caníbal que amenaza con destruir todo lazo con el pasado. Aunque solo sea por eso, a sabiendas de que es una causa perdida de antemano, seguiré pescando con este modesto señuelo, sabedor de que continuarán dándome alguna ocasional alegría. Alegría que disfrutaré con mayor regocijo aún, al haber puesto mi granito de arena a que lo nuestro no se olvide y a que nunca se corte ese nexo con nuestra gente, nuestro pasado y nuestra tierra.
Lo que decía: romanticismo...
Lo que decía: romanticismo...
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Me gustaría también aprovechar este espacio
para agradecerle desde aquí, a Pepe y a su hijo David, quien es además uno de mis mejores amigos y al que tengo en una grandísima estima, el haber sido el
destinatario de un regalo como este, pues es algo que agradezco mucho y
al que le doy una importancia especial.
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